Los investigadores se enfrentan a un caso misterioso. La víctima, Kripo Bochum, fue primero envenenado por una mordedura de serpiente y luego murió de forma extraña en un túnel de lavado de automóviles. La principal sospechosa del asesinato es su novia, Claudia Friedel, quien tiene un móvil poderoso: es la principal beneficiaria del seguro de vida firmado por Kripo Bochum. Aunque Claudia no es la única en quien la policía ha fijado su atención. El dueño de la tienda de mascotas de donde procedía la serpiente que mordió a la víctima, Reinhard Schiller, se comporta también como un sospechoso, por lo que los investigadores deducen que también él podría estar tras el crimen fatal. A priori parece un caso que Félix Einstein podría haber resuelto en un santiamén. Y así habría sido de no haberse caído por las escaleras de la comisaría, haberse golpeado la cabeza en la caída y haber sufrido una repentina pérdida de memoria.